Vecinos del presunto feminicida de Atizapán, Andrés “El Chino”, aseguran que era un tipo que no molestaba a las mujeres
Agentes de la Policía Municipal de Atizapán acudieron al domicilio de Andrés “N” tras la desaparición de Reyna González, a quien hallaron muerta en la casa del detenido, además de restos de por lo menos otras cuatro mujeres.
La detención sucedió en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, donde vive desde hace más de veinte años el presunto feminicida, de acuerdo con los testimonios que brindaron sus vecinos a Infobae México.

Por medio de diversas entrevistas, revelaron a este medio que Andrés “N”, a quien conocían localmente como “El Chino”, fue presidente del Consejo de Participación Ciudadana en la colonia.
Durante el tiempo que estuvo a cargo de ese puesto, el hombre se paseaba por las calles y tocaba puerta por puerta con preocupaciones por el alumbrado público, por el correcto cobro de la luz, del agua, entre otros servicios.
Además, estaba muy interesado en la participación política, pues actualmente era parte del equipo de campaña de Pedro Villegas, candidato a presidente municipal del municipio por la coalición PAN-PRI-PRD.
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Aunado a esto, sus vecinos aseguraron que normalmente se lo encontraban para charlar de política, de partidos políticos, de participación ciudadana, entre otras cosas ligadas con este tema.
Otro testimonio aseguró que Andrés era dueño de un automóvil marca Dodge aproximadamente de los años 80, mismo que empleaba para acarrear la arena, graba y cemento que ocupó para la construcción de su casa. Después se deshizo del auto.
Una vez levantada la obra, el hombre comenzó a vivir de rentar los cuartos en su terreno, además de un pequeño local en el que hay un consultorio médico, así como una limitada farmacia.

De acuerdo con sus vecinos, no se dedicaba a nada más, pero le gustaba “la grilla”, razón por la que seguido se involucraba en proyectos políticos, y en últimas fechas, brindó su apoyo al PRD.
Conforme a las descripciones brindadas al medio, se trataba de un hombre tranquilo, bajito, moreno, gordo, con acento en el que “se comía las letras”, probablemente de la costa. Algunos incluso consideraron que se enchinaba el pelo, pero ese rasgo fue definitivo para darle el apodo de “El Chino”.
Al parecer, se trataba de un tipo que aparentaba ser tranquilo, relajado, “normal” y no se metía con nadie. Además, testimonios apuntan a que nunca dio indicios de su presunta actividad delictiva pues incluso “no molestaba a las mujeres, ni les decía nada”.
“Lo noté como en otro mundo. Antes él me hablaba. Ahora últimamente, como de un mes para acá, era yo quien le tenía que estar hablando porque ya como que se la pasaba en otro mundo”, informó uno de los vecinos.
LM