Ciudad de México.- El gobierno de César Horacio Duarte Jáquez simuló la construcción de un cuartel militar en la Sierra Tarahumara, desde el que realizarían trabajos de inteligencia y combatirían al crimen organizado que controla la región, pero terminó en una endeble construcción sobre un cauce de agua que llega a la cabecera municipal de Guachochi y no justificaron casi 21 millones de pesos erogados.
En abril del 2016 se anunció la inauguración del ‘novedoso’ cuartel, justo poco tiempo después de la masacre de una familia en Guachochi. Luego, el 28 de abril la muerte de Elsar Palma Payán, Héctor Fabián Payán Contreras, Gernónimo Alonso González y Edgar Josué Payán Olivas a manos de un grupo armado, reafirmaba la violencia que se vivía.
El día de la inauguración, 26 de mayo, César Duarte acudió al lugar en donde hubo un desfile con 600 militares y se habló sobre la protección de la comunidad,sin dar más detalles de las instalaciones -primera anomalía explícita-.
Y claro, las promesas y los hechos sin fundamentos llegaron: “Estamos haciendo historia con la presencia permanente de nuestro Ejército, que viene a establecer raíces, una institución que da orgullo y gloria a México, eje de las instituciones de la patria”, dijo Duarte en aquella ocasión.
El titular de la Sedena se comprometió a que se garantizarían los derechos civiles y derechos humanos. Cuando anunciaron la construcción del cuartel dijo: “Nosotros creemos que es un lugar estratégico para ayudar a las comunidades e inmediaciones a tener una vida normal, dar certeza a la población y que se sientan con confianza de moverse, de trabajar y de realizar sus actividades rutinarias”. Todo quedó en promesas.
Cuatro meses duraron dichas instalaciones en las que supuestamente se invirtieron 21 millones de pesos. No se necesita de mucha lógica para percatarse que ese dinero no fue destinado al cuartel, pero lo peor, ni siquiera se preocuparon un poco por la población en donde los índices delictivos se incrementaron de manera preocupante: Cientos de desaparecidos y el desplazamiento forzados de comunidades completas de la zona serrana, principalmente de tarahumaras.