Ciudad de México.- Edgar Veytia, fiscal de Nayarit, fue detenido el lunes por la noche por agentes del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza, al cruzar la frontera de Estados Unidos para ir a visitar a su familia a San Diego, como lo hacía de manera regular cada 15 días. Sin embargo, lo que sorprendió aún más fue la forma de actuar del gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval, al enterarse del asunto.
Es bien sabido que la mayoría de los políticos tienen o han tenido nexo con el narcotráfico, por eso cuando la Corte federal del este en Nueva York, que lleva el caso de Joaquín ‘El Chapo Guzmán’, presentó cargos insólitos contra Veytia, al acusarlo de producción, transportación, distribución y venta de heroína, cocaína, metanfetaminas y mariguana en un mismo proceso, no causó gran sorpresa.
Lo curioso del caso fue la manera en que respondió el gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval; primero, al enterarse de la captura, voló a la CdMx para hablar con Osorio Chong y no a la Secretaría de Relaciones Exteriores para pedir información. Luego, insistió que él no sabía las relaciones criminales que tenía su fiscal; además, no explicó por qué el fiscal general estaba viajando a Estados Unidos en un día laboral.
La manera como actuó es propia de la forma como, de manera preventiva, se redobla la seguridad cuando un criminal con fuerte poder en una región es capturado o abatido, y deja un vacío de poder. Nunca se había visto un blindaje por el hecho de que un alto funcionario del gobierno fuera detenido por delitos relacionados con el narcotráfico. Sandoval se comportó intuitivamente como si Veytia fuera un capo que viviera en Nayarit, y no su fiscal general.
Aunque el Roberto Sandoval dijo que apoyaba totalmente al gobierno de México y Estados Unidos, la reacción sorpresiva y temerosa del gobernador por la ausencia de información, es la prueba máxima del grado de deterioro en la relación bilateral dentro del campo de la seguridad entre los países vecinos.